Alan Turing, el genio que hizo ganar la Segunda Guerra Mundial
Cuando el 1 de septiembre 1939, Alemania invade Polonia, dando comienzo a la II Guerra Mundial, Alan Turing, ya trabaja para el gobierno inglés en el Government Code & Cypher School (GC&CS), dependiente del Servicio de Inteligencia, centrado en el desciframiento del Código Enigma, la gran máquina para las comunicaciones secretas alemana.
Para entonces, Turing tiene 26 años, pero ya es un
reconocido científico. Estudió en el King´s College de Cambridge, doctorándose
en Princeton en criptología. Además de haber publicado numerosos textos sobre
computación que serían el germen del ordenador.
La máquina Enigma utilizada por la mayor parte de las
comunicaciones alemanas durante la guerra tenía un funcionamiento complejo. Se
basaba en cinco rotores que variaban cada vez que se pulsaba una tecla, de
manera que cada letra del alfabeto ofrecía un número altísimo de posibilidades.
El Ejército alemán complicaba más las cosas cambiando la posición de los
rotores una vez al mes. Los mandos alemanes de la época veían a Enigma como
indescifrable.
Antes que que el gobierno inglés empezara a intentar
descifrar Enigma, ya lo hacían los polacos, que sentían más aún el peligro
alemán. Sus criptógrafos llegaron a estar muy cerca del descifrado. Poco antes
del inicio de la guerra, los dos servicios secretos se reunieron y se
intercambiaron la información que tenían. A partir de esa información, Turing
desarrolló una nueva línea de investigación, mejorando el sistema polaco. Su
tarea, junto a la de otros criptoanalistas de perfiles variados, se llevaba a
cabo en la mansión de Bletchley Park, situada en el condado de Buckinghamshire,
en plena campiña inglesa, donde llegaron a trabajar hasta 10.000 personas. Allí
llegaron a trabajar los mayores especialistas de la época. Turing dirigía los
trabajos del Barracón 8.
Tres meses después de tener la información del Servicio
Secreto polaco, Turing fue capaz de descifrar el código alemán. Ahora lo
importante era hacerlo rápido. Y se puso a la busca de crear una forma de
hacerlo. Para ello el matemático diseñó junto a su colega de Cambridge, Gordon
Welchman, su propia máquina para contrarrestar la potencia de Enigma, la
llamada ‘bomba’. El sistema se servía de análisis matemáticos para determinar
cuáles eran las posiciones más factibles de los rotores, para que se pudieran
probar lo antes posible.
Las máquinas se empezaron a construir en fábrica y entraron
en funcionamiento en la primavera de 1940. Durante los meses de verano, jugaron
un papel determinante descifrando los mensajes de la fuerza aérea alemana, que
atacó instalaciones militares y ciudades por toda Gran Bretaña. En Bletchley
Park un ejército de ‘bombas’ trabajaba en la retaguardia inglesa para ayudar a
la supervivencia de la nación. En 1943 las ‘bombas’ ya descifraban un total de
84.000 mensajes de Enigma al mes.
Pero los mensajes más importantes para Gran Bretaña eran los
que enviaban los submarinos alemanes, que operaban en el Atlántico Norte, y
éstos utilizaban un sistema Enigma con una mayor seguridad.
Tras la conquista de Francia, en el verano de 1940 Gran
Bretaña se quedó sola en Europa ante Hitler. El país necesitaba importar más de
un millón de toneladas de distintos materiales cada semana para poder seguir
combatiendo en la guerra. Lo hacía a través de su marina mercante y
posteriormente (a partir del acuerdo de Préstamo y Arriendo, en marzo de 1941)
mediante los convoyes que salían desde Estados Unidos. Pero los U-Boot alemanes
causaban estragos hundiendo buques que contenían cargamentos enteros.
Las comunicaciones que utilizaban los submarinos alemanes se
basaban en una máquina Enigma que tenía ocho rotores en lugar de cinco. Las
posibles combinaciones aumentaban exponencialmente respecto al código anterior,
el que abarcaban las ‘bombas’. Turing se centró en la variante naval y, tras la
captura de unos documentos alemanes, en los que estaban anotadas las claves
para el mes de febrero de 1941, el matemático y su equipo pudieron reconstruir
el sistema usado por los alemanes.
Con la ayuda de nuevos documentos, los investigadores del
barracón 8, cuyos trabajos Turing dirigía, descifraron el Enigma de los
submarinos alemanes. Para que las ‘bombas’ funcionaran con este código, Turing
desarrolló una técnica estadística que permitía conocer la identidad de cada
rotor en la máquina cifradora, antes de aplicar su propia máquina descifradora
al mensaje.
Cuando en febrero de 1942 los U-Boot complicaron su sistema
de transmisiones, en Bletchey Park tuvieron que empezar el trabajo de nuevo.
Independientemente del número de rotores que conformaban las máquinas Enigma,
en cada comunicación sólo se usaban tres de ellos. La marina alemana comenzó a
utilizar uno más en cada mensaje; en total, cuatro. El quebradero de cabeza
duró hasta diciembre de 1942, cuando se volvió a descifrar el código.
No hay más que echar un vistazo a las estadísticas de la
Batalla del Atlántico para comprobar la importancia que tenía conocer el código
que cifraba los mensajes de los submarinos alemanes. Aunque las cifras varían
de unos autores a otros, en lo que sí están de acuerdo es que del año 1940 a
1941 las pérdidas de buques aliados se habían reducido, mientras que en 1942
volvieron a aumentar y lo hicieron de forma aguda. Precisamente entre febrero
de 1942 y diciembre de ese mismo año es cuando los aliados operaron a ciegas en
el Atlántico, mientras en Bletchley Park se afanaban por descifrar la
modificación en el código.
Turing efectuó un viaje a Estados Unidos, con el fin de
compartir información sobre criptoanálisis, del que regresó en marzo de 1943. A
partir de ese momento pasará de dirigir el equipo del barracón 8 a ser
consultor general para el área de criptoanálisis de Bletchley Park. Su
actividad deja de ser tan frenética. El objetivo ahora es la máquina Lorenz
SZ40/42, que conectaba a Hitler y al alto mando del ejército en Berlín con los
generales del frente.
Los analistas que trabajaron para desentrañar el
funcionamiento de Lorenz, apodada ‘Tunny’, se inspiraron en la teoría
estadística elaborada por Turing para descifrar el Enigma naval. A partir de un
mensaje enviado dos veces sin cambiar la clave, se pudo reconstruir una de
estas máquinas y toda esta información se usó para fabricar uno de los primeros
ordenadores de la historia, Colossus, que empezó a descifrar industrialmente
los códigos de ‘Tunny’.
Todos estos esfuerzos permitieron interceptar informaciones
vitales y conocer decisiones estratégicas a las que los aliados pudieron
anticiparse. Los integrantes del Estado Mayor alemán se quedaron estupefactos
cuando después de la guerra se enteraron de que sus comunicaciones secretas
habían sido interceptadas y descifradas constantemente.
Algunos historiadores estiman que las informaciones
descifradas acortaron la guerra en dos años. Ciertas comunicaciones demostraron
que los alemanes confiaban en muchos de los agentes doble que los aliados
habían infiltrado en el espionaje alemán (Abwehr), con lo que resultó más fácil
llevar a cabo misiones de contraespionaje.
En el Mediterráneo los británicos pudieron hundir la mitad
de los barcos que iban a abastecer a las fuerzas alemanas e italianas del norte
de África. Incluso en el frente Este la Unión Soviética confirmó los planes que
tenía Alemania para atacar la zona de Kursk mediante un agente en Bletchley
Park, así el Ejército Rojo pudo prepararse a conciencia para la mayor batalla
de tanques que se ha librado en la historia. Días antes del desembarco de
Normandía, unos mensajes descifrados confirmaron que los alemanes seguían
equivocados al creer en una invasión a través del paso de Calais.
Tras la guerra, Turing se estableció en Richmond, Londres,
donde trabajó en el Laboratorio Nacional de Física (NPL) en el diseño del ACE
(Automatic Computer Engine o Motor de Computación Automática). En 1946 presentó
un estudio que se convertiría en el primer diseño detallado de un computador
automático. Aunque diseñar el ACE era factible, el secretismo que reinaba
durante la guerra desembocó en retrasos para iniciar el proyecto por lo que
Turing se sintió desilusionado. En 1947 se tomó un año sabático en Cambridge,
tiempo durante el cual escribió un trabajo pionero sobre la inteligencia
artificial que no fue publicado en vida. Mientras se encontraba en Cambridge y
a pesar de su ausencia, se siguió construyendo el prototipo piloto del ACE, que
ejecutó su primer programa en mayo de 1950. Aunque la versión completa del ACE
de Turing jamás fue construida, el diseño de otras computadoras en todo el
mundo le debió mucho a su concepción.
A mediados de 1948 fue nombrado director delegado del
laboratorio de computación de la Universidad de Mánchester y trabajó en el
software de una de las primeras computadoras reales, la Manchester Mark I.
Durante esta etapa también realizó estudios más abstractos y en su artículo de
octubre de 1950 «Computing machinery and intelligence» Turing trató el problema
de la inteligencia artificial y propuso un experimento que hoy se conoce como
test de Turing, con la intención de definir una prueba estándar por la que una
máquina podría catalogarse como «sensible» o «sintiente». En el documento,
Turing sugirió que en lugar de construir un programa para simular la mente
adulta, sería mejor producir uno más simple para simular la mente de un niño y
luego someterlo a educación. Una forma invertida de la prueba de Turing se usa
ampliamente en Internet, el test CAPTCHA que está diseñado para determinar si
un usuario es un humano y no una computadora.
En los años siguientes, Turing realizó muchas mas
investigaciones como la creación de un programa de ajedrez, que abrió el debate
sobre inteligencia artificial
La carrera profesional de Turing se vio truncada cuando lo
procesaron por su homosexualidad. En 1952 Arnold Murray, el amante de Turing,
ayudó a un cómplice a entrar en la casa de Turing para robarle. Turing acudió a
la policía a denunciar el delito. Durante la investigación policial, Turing
reconoció su homosexualidad, con lo que se le imputaron los cargos de
"indecencia grave y perversión sexual" (los actos de homosexualidad
eran ilegales en el Reino Unido en esa época), los mismos que a Oscar Wilde más
de 50 años antes.
Convencido de que no tenía de qué disculparse, no se
defendió de los cargos y fue condenado. Según su ampliamente difundido proceso
judicial, se le dio la opción de ir a prisión o de someterse a castración
química mediante un tratamiento hormonal de reducción de la libido. Finalmente
escogió las inyecciones de estrógenos, que duraron un año y le produjeron
importantes alteraciones físicas, como la aparición de pechos o un apreciable
aumento de peso, que lo condujeron a padecer de disfunción eréctil.
Dos años después del juicio, en 1954, falleció por
envenenamiento con cianuro, aparentemente tras comerse una manzana envenenada
que no llegó a ingerir completamente, en un contexto que se estimó oficialmente
como suicidio. Varias personas pensaron que su muerte fue intencionada, aunque
su madre intentó negar la causa de su muerte, atribuyéndola a una ingestión
accidental provocada por la falta de precauciones de Turing en el
almacenamiento de sustancias químicas de laboratorio. Los últimos años de su
vida fueron amargos y reservados. Esta muerte no esclarecida ha dado lugar a
diversas hipótesis incluida la del asesinato.
El 10 de septiembre de 2009 el primer ministro del Reino
Unido, Gordon Brown, emitió un comunicado declarando sus disculpas en nombre de
su gobierno por el trato que recibió Alan Turing durante sus últimos años de
vida. Este comunicado fue consecuencia de una movilización pública solicitando
al Gobierno que pidiera disculpas oficialmente por la persecución contra Alan
Turing. Sin embargo, en el año 2012 el gobierno británico de Cameron denegó el
indulto al científico, aduciendo que la homosexualidad era considerada entonces
un delito. Finalmente, el 24 de diciembre de 2013 recibió el indulto de todo
tipo de culpa, por orden de la Reina Isabel II.
Leer mas:
http://lapausadelcafe.es/home/alan%20turing%2C%20el%20genio%20que%20hizo%20ganar%20la%20segunda%20guerra%20mundial.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Alan_Turing
http://www.20minutos.es/noticia/2427530/0/subasta-de-manuscritos/alan-turing/enigma/
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